El siglo XXI es el siglo de la consolidación de un nuevo orden mundial. Es una era totalmente distinta de las que la precedieron. Se caracteriza por el procesamiento acelerado de la información en un espectro convergente llamado: globalización, entendida ésta en su amplio sentido y donde la clave es el tiempo.
El desarrollo y el crecimiento de las naciones están cimentados fundamentalmente en el conocimiento y en este contexto, las universidades son llamadas a cumplir un determinante rol en la sociedad. Vale decir que el crecimiento y el desarrollo de la sociedad, por ende de las naciones, depende del conocimiento y, a su vez, éste depende de lo que la universidad de esa sociedad genere. De ahí se establece la siguiente ecuación: universidad: conocimiento: desarrollo y crecimiento.
En el contexto del Siglo XXI, las universidades constituyen –o deben serla- la clave del desarrollo y el crecimiento, pues bajo su responsabilidad cabe la formación técnico-profesional, en donde la pertinencia y la eficacia de su desempeño deben estar en sintonía con las exigencias del mundo globalizado. El perfil del egresado debe asegurar dos aspectos que considero relevantes: el primero, que el egresado pueda insertarse efectiva y plenamente al mercado laboral; y el segundo, que el aporte de nuevo profesional signifique una evolución del conocimiento y la ciencia. He aquí el reto de las universidades.
Las nuevas exigencias que la globalización impone interpelan a las universidades a replantear y readecuar su función social. En este marco -a mi entender- la universidad debe cumplir tres funciones esenciales, admitiendo desde ya otras: docencia, investigación y extensión. Sobre estos tres ejes deben cimentarse la estructura funcional de la universidad para responder a las exigencias de los nuevos tiempos.
De modo sucinto, se debe entender que la docencia es el proceso de transferencia de conocimiento y tecnología (ciencia) a los estudiantes durante su formación profesional, aquellos bagajes necesarios y pertinentes para enfrentar con éxitos los desafíos actuales. La investigación, por su parte, es la construcción y elaboración de nuevos conocimientos, descubrimientos de tecnologías, respuestas a los retos y propuesta innovadora a la sociedad. Y por último, la extensión universitaria es la comunicación entre la universidad y la sociedad (empresa, industria, cultura, población, etc.); es el momento en que la universidad recoge la “necesidad” de la sociedad, con el fin de dar respuestas a la misma. Esta función es la menos explorada y asumida por nuestras universidades.
La eficacia y la pertinencia de cualquier proceso se miden por sus resultados. La educación universitaria no es la excepción. De qué valen docenas de universidades y miles de egresados profesionales, cuando que el desarrollo y el crecimiento del país no resultan suficientes para erradicar los problemas de pobreza, salud y la economía. Si cada año se suman nuevas legiones de profesionales y se abren nuevas carreras y con todo ello, el país no mejora, entonces en gran medida, si no absoluta, la universidad está desfasada, desactualizada porque no responde a las exigencias de los nuevos tiempos.
El panorama será alentador para el país, si las universidades cumplen a cabalidad las tres funciones mencionadas anteriormente; la extensión universitaria es una fuente inagotable de oportunidades para renovar y actualizar los planes y programas académicos. La investigación debe ser el norte de la tarea universitaria; la producción de nuevos conocimiento y tecnología (inventos, patentes, etc.) deben ser la justificación plena de su existencia; y por último, la docencia es simplemente el resultado de la extensión universitaria y la investigación. Es decir, es la fase de transferencia de conocimientos actualizados que todo estudiante universitario requiere para enfrentar con éxito la realidad actual. Es de considerar sobre este punto, que en la medida que más rápido se adecua la universidad a las exigencias sociales, mejores serán los resultados.
El tiempo es un factor condicionante para los retos que la globalización impone. La cuestión será cómo manipular dicho factor; el éxito o el fracaso depende de cómo la universidad entiende su rol y si pretende erigirse como la clave del desarrollo y el crecimiento de la nación.
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